CASANOVA / ICE BLUE
12 de Marzo de 2005. Sala Ritmo & Compás
Acudíamos a la pequeña sala madrileña Mariano Palomo y un servidor, para asistir a la fiesta de la página web amiga rockangels.com, en la que iban a tomar parte los zaragozanos Ice Blue y los alemanes Casanova. Pensamos que íbamos a estar en familia, como así fue, aunque resultó ser una familia mucho más numerosa de lo imaginado, apenas 200 personas. Llegamos pasadas las nueve y ya estaban en el escenario Ice Blue, una banda zaragozana de rock melódico que, si bien demuestran ser buenos músicos, son muy sosetes sobre las tablas. Apenas se mueven del sitio, lo que unido a canciones sin chispa hace que resulten más bien aburridos. Y por cierto, el inglés hay que pronunciarlo bien, sino no hay nada que hacer.
Sobre las 22:30, casi tres cuartos de hora después de que acabaran Ice Blue, saltaban a escena Casanova, una banda que pisaba por vez primera tierras españolas y que casi con toda seguridad será la única vez que les veamos. Su escaso set list, apenas una hora y diez minutos, se basó en sus dos primeros discos, "Casanova" y "One night stand", y en el último "All beauty must die", del que eligieron encima las más modernitas. De este modo sonaron "Don’t Talk About Love", con la que abrieron, "Love Lies", la marchosa y bien recibida "Hollywood Angels", "Burning Love", "Wake Up!", la pausada "One of These Days", "The Doctor Is In" o la nueva "Happy". También hicieron un pequeño set acústico en el que destacó "Seal It With a Kiss". Por encima de todos estuvo el líder de la banda Michael Voss (ex-Mad Max, Bonfire, Demon Drive), que cantó de maravilla y también hizo lo suyo con la guitarra; Michael Eurich (ex-Warlock), demostró ser un baterista de lo más normalito, pero también cómo hay que darle de fuerte (de hecho, en el segundo tema de la noche se cargó el pedal de bombo y tuvieron que parar para arreglarlo). El guitarrista Stephan Neumeier se mantuvo en un discreto segundo plano al igual que el bajista Jurgen Attig, Los puntos negativos del concierto fueron varios: en primer lugar se hace realmente extraño que nadie haga coros, cuando en sus discos son parte fundamental; sólo en algunos temas, principalmente los nuevos, llevaban samplers, lo que obligaba al baterista a tocar con cascos y claqueta, lo que le jugó una mala pasada en un tema. En segundo lugar la duración del concierto; para el que pagara los 18 euros que costaba la entrada, ver a la banda tocar como cabeza de cartel la ridícula cifra de 70 minutos, le tuvo que sentar como una patada en...sí, ahí!. Y en tercer lugar, y lo que más delito tuvo, es ver por el recinto a nada menos que Doro Pesch, que la presenten al público y que no la suban al escenario ni a cantar una frase; podía haber sido el punto álgido de la noche y, quizás, lo que hubiera salvado el pobre concierto ofrecido. En fin, que nos quedamos con las ganas. Eso sí, me hizo ilusión ver juntos tan amigablemente a Doro y Eurich, los dos únicos miembros que estuvieron en Warlock desde el principio hasta el final de la banda. En definitiva, que no estuvieron mal pero que hay que exigirle a los guiris más profesionalidad. Una pitada, de haberse producido, no hubiera estado fuera de lugar, sobre todo pensando que cuando lo hacemos los grupos de aquí, que encima cobramos mucho menos que ellos, se nos exigen precios de entrada irrisorios y conciertos de dos horas. ¡Hay que joderse!
Texto: Antonio Alcoba
Foto: Mariano Palomo
Foto: Mariano Palomo

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