RAGE
3 de Diciembre de 2004. Sala Aqualung

Después de ver a esta apisonadora musical llamada Rage sobre un escenario, no entiendo como he sobrevivido tanto tiempo sin sentir el placer de su arte. Ni por asomo me imaginaba lo que me esperaba, y esto a pesar de que ya me habían dicho que eran una de las mejores bandas que se podían ver en directo hoy en día. Para desgracia de todos, este día fue el elegido por una panda de mal nacidos para hacer daño a la gente humilde a costa de algunas gasolineras. La alarma social que se vendía a través de los medios de comunicación (carreteras cortadas, etc.) dejó, probablemente, a más de uno en casa. Sin embargo cuando Rage saltaron al escenario, algo menos de mil personas les esperaban para darles un recibimiento en consonancia con su calidad. Antes que ellos debieron de tocar The Ordeal y Deadsoul Tribe, cuyo último trabajo "The January Tree" es bastante interesante, pero problemas logísticos no nos permitieron llegar a tiempo. Sin embargo, si que llegamos para ver el espectacular comienzo de Rage, cuando una voz en off, con música clásica épica de fondo, presenta a la banda anunciando su aniversario y nombrando a cada uno de sus miembros, como si de un partido de basket se tratara. A continuación Terrana se marca una intro con su batería que, ahora lo entiendo, era un aviso para lo que se avecinaba. Los temas comenzaron a sonar como si un auténtico Vendaval quisiera arrastrarnos. Todo sonaba compacto, sin fisuras, con buen sonido y unos músicos técnicamente fabulosos. Peavy Wagner, el líder que ha mantenido viva a la banda durante estos 20 años, llenaba con su bajo toda la sala, consiguiendo, junto a Mike Terrana, formar un colchón de sonidos sobre el que Víctor Smolsky jugaba con sus cuerdas demostrando toda su calidad. El público estuvo en sus manos desde el primer momento. La simpatía de la que hizo gala Mr. Wagner, con una sincera sonrisa y buscando los ojos de cada uno de los asistentes, para pedir dedicación plena a la banda, te enganchaba desde el primer momento. Y además cantaba. Aunque no fue lo que yo destacaría del show. Tampoco es que lo hiciera mal, pero fue lo menos bueno de la noche. Mientras sonaban "Don´t fear the winter", "Firestorm" ó "Soundchaser" (el set list era lo de menos), prácticamente enlazadas unas con otras, sin apenas tiempo para el respiro, el ruso Smolsky, daba un curso acelerado de cómo aplicar su fenomenal preparación musical al Heavy Metal, (un pajarito me contó que antes de los 10 años ya era un fiera con el piano). Absolutamente maravilloso estuvo en "Unity", en la que consiguió transmitir emociones, mensajes, como solo los más grandes saben hacerlo. Si tuviera que calificarlo de 0 a 10, yo le pondría un 11. Mención a parte merece Mike Terrana. Nunca vi nada igual en mi larga y dilatada carrera como asistente a conciertos. Un auténtico terremoto, un baqueteador frenético capaz, con una habilidad extrema, de golpear sus platillos, bombos y tambores ocho veces por segundo (je, je, más ó menos), con un sentido del ritmo envidiable. Probablemente, su "solo" sea el mejor que haya visto en mi vida, con el permiso de Lombardo y Portnoy. Debió de durar cerca de los diez minutos. Utilizando todos los medios a su alcance dio todo un recital de complejos ritmos, acelerando y decelerando, mientras su instrumento amenazaba con estallar en mil pedazos, si antes no se caía de la tarima. Cuando pensaba que ya nos había dado todo lo que podía, fue variando hasta alcanzar un cómodo ritmo de jazz, sobre el que entró en contacto verbal con la audiencia. Dijo lo contento que estaba en Madrid, y se arrancó con un tema de Frank Sinatra, que nos dejó de piedra. Cuando terminó esta orgía de percusión sin igual, se bajó de su trono, y con una capa atada a la espalda a modo de superhéroe, comenzó a correr por el escenario al grito de ¡¡SuperTerrana!!. Por fin, salieron a escena sus compañeros, que aún tuvieron que esperar un par de minutos hasta que a Mike terminó de reírse y bromear con la gente, además de volver a asegurarse de que la batería no corría peligro de venirse abajo, con la fuerza de sus golpes. Algunos sonidos pregrabados, bien de teclados, ó esa voz ronca que se oye al inicio de "War of worlds" (no me acaba de convencer este tipo de trucos en directo, aunque todo el mundo lo haga), no afectaron a una noche perfecta. Si aún no has visto a esta superbanda de auténtico Heavy Metal, no comprenderás lo que te cuento hasta que lo veas por ti mismo.
Carlos Treviño Cobo
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home