31 agosto 2005

SHERPA

12 de Marzo de 2005. La Sala

A algunos les podría parecer extraño encontrarse en Carabanchel con caras habituales en conciertos de Barón Rojo, pero no tiene nada de raro. Es perfectamente posible disfrutar a la vez de Avalanch y Warcry, de Gamma Ray y Primal Fear, de Black Sabbath y Dio... y de una lista interminable. Lo que de verdad importa es la música, no batallas del Abuelo Cebolleta que terminaron hace más de quince años. El veterano bajista se hace acompañar por su inseparable Hermes, y por unos tales Raúl Rodríguez y Juan Carlos Recio en las guitarras. Pero esta vez Juanjo Melero, que había abandonado el grupo un par de meses antes por razones laborales, tuvo que sustituir a Juan Carlos, ausente por motivos de fuerza mayor. El concierto no fue exactamente la presentación de “Guerrero en el Desierto”. Se trató de un “grandes éxitos” de Barón Rojo, más seis temas de su reciente trabajo. Trece canciones su antigua banda, pero sólo en las que intervino en la composición, y ninguna de las cantadas por Carlos. Comenzaron con “Guerrero en el Desierto” y “Son Como Hormigas”. Pronto vimos que la voz de Jose Luis estaba muy deteriorada. Físicamente no lleva el paso del tiempo tan bien como otros músicos de su quinta, pero esperábamos que sus aptitudes vocales siguieran más o menos igual. No sostiene, en algunos momentos más que cantar recita, y en los estribillos en vez de subir baja. Y recurre a menudo al socorrido sistema de dejar cantar al público. En su descargo hay que decir que acababa de salir de una afonía que el día antes le había impedido acudir a la fiesta de La Cabaña del Tío Rock. En mi opinión, hizo bien actuando a pesar de todo. Cuando se suspende o aplaza un concierto los asistentes sufren un montón de molestias, y la peña agradece que se echen cojones ante las dificultades. Además, mucha gente ni se enteró, no le oían porque ellos mismos cantaban los temas de principio a fin. Quien interpreta el mejor repertorio de toda la historia del rock español tiene la mitad del éxito asegurado, lo mismo les pasa a “los otros”. Con “El Malo”, “Buenos Aires”, “El Pobre”, “El Barón Vuela”, “Campo de Concentración” o “Concierto para Ellos”, ¿hay alguien que se resista? El punto débil fueron los guitarras. Sustituir a los dos mejores del país le viene grande a cualquiera, hasta cierto punto es normal que no consiguieran que los temas quedaran igual. Pero además la de Raúl Rodríguez apenas se oía, y encima casi todos los solos los hacía él. En cuanto a Hermes, viene a ser la versión en batería de Dave Murray. Tiene una cara de pasota que contrasta con el total dominio de su instrumento, daba la impresión de que podía echarse una cabezadita y continuar tocando como si tal cosa. No podía faltar su correspondiente solo. Las canciones de “Guerrero en el Desierto” se recibieron bien, especialmente “Flor de Invernadero” y “Al Centro Del Corazón”. “Cómico Cósmico” fue de las que mejor quedaron. No podemos decir lo mismo de “Mi Everest” ni de la magistral “Con Pies de Plomo” (en la que se le veía a Sherpa cara de verdadero sufrimiento) , porque en ambos casos los teclados se echaron muy en falta. Quizá se podrían incluir excepcionalmente en estos temas, prescindiendo de una de las guitarras. Sólo es una idea. “Barón Rojo” y “Los Rockeros Van Al Infierno” fueron las últimas antes de los bises. “Casi Me Mato” fue de lo peor, gallos, desafines, Campuzano no cantaba, aullaba. Algo mejor fue “Hijos de Caín”, pero las guitarras la destrozaron. En el siguiente bis, “Resistiré” también fue catastrófica. Jose acababa el estribillo susurrando, y el solo de guitarra se ve que había sido inventado para la ocasión, aunque seguía sin oírse apenas. Tras “Siempre Estás Allí” el público aún pidió más, así que nos regalaron un pequeño medley de Deep Purple. En total una hora y 50 minutos, visto el estado de la garganta de Sherpa, no estuvo nada mal. En resumen, la gente salió contenta porque supo apreciar el esfuerzo de luchar contra tantas condiciones adversas. Pero una presentación como es debido en Madrid aún sigue pendiente.
Texto: Nacho Jordán
Fotos: Julián Arnés